Es
fácil decirlo, pero cuando nuestros hijos llegan repletos de suspensos,
lo primero que hacemos es echarnos las manos a la cabeza, enfadarse,
gritar, amenazar con no pisar la calle en todo el verano o quitar de la
vista las consolas y demás juegos electrónicos.
Realmente
es una frustración que se convierte en preocupación por parte de los
padres, Petra María Pérez, catedrática de Teoría de la Educación y
miembro del Instituto de Creatividad e Innovaciones Educativas de la
Universitat de València (UV), subraya que hoy los padres se miden mucho a sí mismos por el éxito de sus hijos en los estudios y en la vida
Todos
deseamos que nuestros hijos vayan bien en los estudios, no tengan
conflictos con los amigos y todo les vaya bien en la vida,. Los
suspensos, para los padres, es sinónimo de fracaso, de los hijos y de
ellos mismos, un futuro incierto y oscuro que no se corresponde con la
realidad. Y opina que un suspenso no es para alarmarse ni desmoralizarse
y, por el contrario, “a veces puede resultar un acicate, una manera de
aprender a superar la frustración y a poner más recursos personales para
superar las dificultades”. Pérez remarca que lo importante en estos
casos es no desmoralizar ni humillar al chaval con comentarios del tipo
“eres un vago”, “es que eres muy torpe” o “no vales para estudiar”. “Lo
importante es no hacer creer al niño o al adolescente que por ese
suspenso ya no es bueno para los estudios, porque está demostrado que es
más predictor de éxito académico el autoconcepto académico que uno tenga que no la inteligencia”, alerta la especialista en educación de la UV.
Su recomendación es ver el suspenso como
una forma de enfrentarse a la frustración de no haber alcanzado el
nivel exigido porque se ha descuidado, y de superarla con esfuerzo en
lugar de que frustrarse suponga abandonar o derive en agresividad.
Claro
que no es lo mismo un suspenso que cinco, ni fallar en lengua que en
plástica, ciudadanía o educación física. Por eso, lo primero, cuando
llegan unas notas con suspensos, es tener una visión realista, analizar
las causas. “Si un chaval suspende una o dos, quizás es que tiene problemas en
un área determinada o ha tenido dificultades con algún contenido
concreto; pero si suspende seis asignaturas, entre ellas algunas… en que
lo único que se exige es cumplir con las tareas que encargan los
profesores, es que falla todo: la planificación, la organización, el
tiempo dedicado a los deberes, las técnicas de estudio… Y eso no se
soluciona con castigos eternos ni con profesores particulares;
son problemas que han de afrontar los padres”, resume Benjamí
Montenegro, del centro de Barcelona EPDI.
Una vez analizada las causas de
los suspensos entre padres e hijo, los expertos recomiendan ir a hablar
con el tutor. “Es importante ir juntos para que no quede la opción de
decir luego que el chaval miente”, advierte Comellas. Petra M. Pérez
advierte que no se trata de increpar al profesor con un “¿por qué ha
suspendido a mi hijo?, sino plantearle “¿cómo podemos ayudarle?” y
hablar de cómo se sitúa socialmente en clase, de si es un hecho puntual
la caída derendimiento, a qué obedece….”
¿Fácil no?….. Suerte con los suspensos
Fuente: http://elorientablog.blogspot.com.es
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