viernes, 13 de diciembre de 2013

NIÑOS Y NIÑAS DESOBEDIENTES

En determinadas ocasiones los niños y niñas se muestran reacios a seguir las pautas de comportamiento que les dan los adultos. Cuando los pequeños no obedecen, se produce una lucha con los mayores. Es importante saber afrontar y manejar la desobediencia para evitar que se convierta en un hábito.
Si la desobediencia se generaliza, y se hace algo común en la conducta de los pequeños, entraremos en una lucha constante y continua, difícil de manejar que causa malestar y se llega a convertir en un problema familiar.
Es normal que en algún momento de su desarrollo los pequeños muestren desobediencia. Que cuestionen lo que se les pide que hagan, que se nieguen a hacerlo. Pero en determinados casos, nos encontramos con niños y niñas que no obedecen por sistema. Constantemente desafían las indicaciones de los mayores, y tratan de hacer lo que ellos quieren y cuando quieren.
¿PORQUE SON DESOBEDIENTES?
El ser humano desde que nace entra en un proceso de aprendizaje y desarrollo continuo, constante y permanente. Dentro de este proceso las personas aprendemos entre otras cosas a vivir en sociedad y desarrollamos nuestra identidad. Los niños y niñas, por lo tanto están en un proceso en el que aprenden cómo funcionan las reglas sociales y al mismo tiempo desarrollan su personalidad. Estos dos aspectos son los que van a generar la desobediencia.
La desobediencia es algo normal y natural en determinados periodos del desarrollo. Es sano y beneficioso que los niños y niñas cuestionen las normas, que prueben lo que ocurre, que intenten saltárselas probando consecuencias, ya que están aprendiendo cómo funcionan las reglas sociales y al mismo tiempo desarrollando una identidad propia. El problema se produce cuando este comportamiento es la dinámica dominante en su actuación diaria, cuando se convierte en su forma habitual de proceder.
Una desobediencia dentro de límites normales, no debe preocuparnos. Los pequeños deben desobedecer para alcanzar un desarrollo sano. Sí no lo hacen se convertirán en adultos pasivos, poco asertivos, incapaces de defender sus opiniones y de defenderse a sí mismos.
CAUSAS DE LA DESOBEDIENCIA
Las causas de la desobediencia están muy relacionadas con determinados aspectos:
  1. Tipo de disciplina.
El tipo de disciplina y/o autoridad ejercida por los adultos va a ser determinante en la obediencia o desobediencia de los niños y niñas.
Los adultos demasiado autoritarios que imponen las normas, no dan lugar al dialogo, y no reconocen errores, están ejerciendo una férrea disciplina que conlleva dos tipos de conducta en los niños y niñas: una obediencia extrema y poco sana y adaptativa o por el contrario una desobediencia constante también insana y desadaptativa.
En caso de adultos permisivos que no ponen normas, que no ejercen ningún tipo de disciplina, nos encontramos con la siguiente situación: los pequeños viven en un ambiente donde no tienen límites, esto les crea inseguridad, no saben cómo han de comportarse y no comprenden por qué se les riñe ante determinadas actuaciones. Se comportarán según su propio criterio y no entenderán el porqué se deben seguir algunas reglas. La desobediencia será la nota dominante.
Entre los dos extremos encontramos una disciplina positiva, basada en una autoridad democrática. Las normas son claras y consensuadas, existe el dialogo. Los pequeños comprenden que hay cosas que se pueden y que no se pueden hacer, crecen en un clima que les da seguridad y aprenden que es necesario para la convivencia seguir determinadas reglas.
  1. Llamadas de atención.
Cuando los adultos están muy ocupados o tienen problemas importantes, los pequeños pasan a un segundo plano. Los niños y niñas no entienden esto, pero perciben que reciben poca atención.
Entonces se dan cuenta de forma inconsciente de algo: “si me porto bien y obedezco no me prestan atención, no recibo cariño”. Para los niños y niñas es fundamental sentir que son importantes para sus personas más cercanas y actúan de la siguiente forma: “si desobedezco, los adultos dejan lo que están haciendo y me prestan atención, aunque estén enfadados, noto que les importo”.
Los pequeños por lo tanto son desobedientes porque están buscando la atención de los adultos.
  1. Temperamento.
El tipo de personalidad o temperamento de los niños y niñas es otro de los factores cruciales que va a influenciar en su obediencia o desobediencia.
Los niños y niñas con un carácter fuerte, van a cuestionar las normas por sistema, querrán decidir por ellos mismos. Miden continuamente las fuerzas de la figura de autoridad e intentan por todos los medios salirse con la suya y ser el centro de atención.
  1. Problemas.
Cuando los pequeños tienen algún tipo de problema, se encuentran en una situación de malestar que no saben manejar. Este malestar les lleva a determinadas conductas que no son normales. Entre las que encontramos la desobediencia. En estos casos es un indicador de que algo les esta ocurriendo.
QUÉ PODEMOS HACER
Es muy importante que los adultos seamos capaces de manejar la desobediencia de los más pequeños. Los niños y niñas desobedientes, están hechos un lío, necesitan seguridad, disciplina y cariño. Ellos están probando pero no saben lo que tienen que hacer, no saben lo que está bien y lo que está mal. El adulto es quien debe aportarles ese conocimiento y darles de esta forma una seguridad, un no todo vale.
  • Ejerce Disciplina positiva, poniendo límites a determinadas conductas.
Los niños y niñas necesitan saber lo que pueden y no pueden hacer. Esto les aporta seguridad. Están aprendiendo como deben comportarse y en determinados momentos no saben cuáles son las conductas y actitudes adecuadas.
Por ejemplo, cuando el pequeño se enfada y pega a otros niños: le diremos claramente “no se pega” y le ofreceremos otra alternativa, para que sepa lo que tiene que hacer “si estas enfadado por algo se lo dices a tu amiguito, le dices lo que quieres o te gustaría”.
  • Establece Normas claras, sencillas y consensuadas.
Las normas deben ser claras, sencillas y consensuadas por todos. Las normas no deben ser vistas como una imposición, sino como unas reglas que todos debemos cumplir para una convivencia tranquila y feliz. Por ello debemos establecer las normas entre todos. Estas normas también deben ser claras y sencillas, es decir si algo no se puede hacer, no se puede hacer nunca, una norma que a veces es obligatoria y otras veces no lo es, lleva a que los pequeños no la comprendan y piensen que se la pueden saltar.
  • Refuerza el buen comportamiento.
No solo debemos prestar atención a los niños y niñas cuando nos desobedezcan o se porten mal, si hacemos esto, ellos llamarán nuestra atención con estas conductas.
Es importante señalarles lo que hacen bien, decirles lo contentos que estamos cuando han obedecido y prestarles atención.
  • Flexibilidad y autoridad democrática.
En importante que los pequeños comprendan el sentido de las reglas, para ello están no deben ser vistas como una imposición porque si. Para ello dialoga con ellos, escúchales y llega a acuerdos. A veces es bueno ceder en algo, les damos capacidad de elección.
Por ejemplo si quiere elegir la ropa que quiere ponerse le dejamos, si quiere elegir la comida o la hora de irse a dormir no le dejamos hacerlo.
  • Cuando la norma no se cumpla y el niño o niña desobedezca, actúa rápida e inmediatamente.
No entres en discusiones y peleas, simplemente no permitas que se salga con la suya. Por ejemplo: Le pedimos al niño que apague la tele y vaya a su cuarto a dormir, se niega a hacerlo. Simplemente apagamos la tele y le llevamos a su cuarto. Si llora o se queja, no entramos con él en una discusión o pelea, le decimos que es lo que hay que hacer, le tratamos con cariño y atención, pero no entramos en la lucha.
  • Emplea el tiempo fuera en lugar de los castigos.
Cuando el niño o niña desobedece y entra en una lucha, está enfadado, intenta salirse con la suya. El no ya lo tiene, y no tiene por lo tanto nada que perder, entrará en confrontación para intentar conseguir el sí cueste lo que cueste.
Debemos intentar que el pequeño se calme. El castigo sólo hará que se enfade más y que nos desespere más a nosotros. Usaremos entonces el tiempo fuera, le llevamos a un lugar agradable para pensar, donde se sienta a gusto y le facilite de esta forma la relajación. Si se niega, seremos nosotros los que nos vayamos a otro lugar, haciendo el tiempo fuera, le damos ejemplo y nos calmamos también.
  • Dale Cariño, y se comprensivo.
Debemos comprender la edad y etapa por la que pasan los pequeños, ser conscientes de que están formando su identidad.
No desesperar y entenderles, a fin de cuentas los adultos somos nosotros.
Celia Rodríguez Ruiz

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